
La primera encuesta suiza sobre “coerción obstétrica informal” fue publicada por la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berna en octubre de 2020. Reveló que una de cada cuatro mujeres dijo haber estado bajo algún tipo de presión para aceptar el tratamiento durante el parto (leer recuadro). Desde hace varios años, la maternidad de la red hospitalaria de Neuchâtel (RHNe) en el hospital de Pourtalès trabaja para mejorar la experiencia de las futuras madres. Maxime Haubry, jefe de unidad de matronas, detalla qué innovaciones se han introducido y sus desafíos. Entrevista.
¿Desde cuándo hablamos de coerción obstétrica?
Han pasado diez años desde que surgió esta noción. Se ha hablado mucho de ello en las redes sociales, se ha publicado un libro para denunciar la violencia ginecológica y obstétrica en Francia… el parto. También se han realizado estudios sobre el estrés postraumático después del parto. En la sala de maternidad, nos inspiramos para implementar mejoras en la práctica clínica.
La coerción obstétrica suena un poco bárbaro… ¿Qué es en realidad?
En las redes sociales podemos leer “posts” que evocan violencia verbal o física. ¡Son cosas impensables y me atrevo a esperar que estemos muy lejos de ello en nuestra práctica aquí! Sin llegar a estos extremos, gestos que a veces son necesarios –la colocación de una ventosa o el uso de fórceps por ejemplo– pueden ser percibidos como brutales por algunas mujeres. Como cuidadores, lo que debemos tener siempre en cuenta es cómo se siente la mujer durante el parto. Un parto complicado no necesariamente se vive de manera negativa cuando la información brindada por el equipo ha sido bien recibida. Pero también sucede que los partos sin ningún contratiempo particular son menos vividos por la paciente, por la intensidad del dolor que siente, por ejemplo. La actitud de los cuidadores es fundamental para acompañar, explica, porque durante el parto no siempre podemos decidirlo todo. Las mujeres pueden conservar un sentimiento de culpa porque no dieron a luz como lo habían planeado.
¿Cómo se tiene en cuenta este problema en la sala de maternidad?
Hemos hecho muchas cosas en los últimos años, desde la creación del espacio Ava en 2016 (rojo: alternativa al parto tradicional dentro del perímetro de la sala de maternidad) hasta la introducción de las consultas de hipnosis y acupuntura. Hace 18 meses, por ejemplo, abrimos una consulta para pacientes que tuvieron una mala experiencia al dar a luz. Esto permite que estas mujeres cuenten el evento de acuerdo con sus sentimientos y que el cuidador explique el proceso desde el punto de vista del equipo. Es importante que no se sientan responsables del curso de los acontecimientos y ese es precisamente el objetivo de estas entrevistas. Si es necesario, podemos acudir al psicólogo que colabora con nosotros. Nuestro equipo está capacitado para apoyar a las mujeres cuyos planes de parto han cambiado debido a una instrumentación o una cesárea. Puede ocurrir que una pareja simplemente no se haya planteado estas cuestiones… Por eso, desde este mes de septiembre invitamos a todos los futuros padres a concretar sus planes de nacimiento.
¿Es decir?
Desde hace varios años, ofrecemos una entrevista, en la semana 34 de embarazo, a las mujeres que van a dar a luz en la sala de maternidad. Esta es una oportunidad para conocerlas, para hacer una anamnesis socio-médica con un test de riesgo de depresión posparto, para conocer sus deseos en cuanto al parto. A esto se suma ahora una discusión en profundidad sobre el plan de nacimiento: preguntamos a la pareja qué alternativas desean favorecer en caso de que las cosas no salgan como se imaginan. Por ejemplo, ¿qué haces si el dolor se vuelve insoportable durante el parto?
Llevas tres años desarrollando una herramienta centrada en la experiencia negativa del parto…
Dado que actualmente no hay nada para detectar este problema en Suiza, estoy dedicando mi tesis de maestría a la creación de una herramienta que pueda establecer una puntuación de riesgo. Será el equivalente, para el parto, del test realizado a las 34 semanas de embarazo para detectar riesgo de depresión posparto. Se ha observado que los factores de riesgo pueden preexistir antes del parto. Hay una decena de ellos, entre los que destacan el aislamiento de la futura madre o la fobia a dar a luz. Un parto mal vivido puede repercutir en la familia a corto y medio plazo, con un mayor riesgo de depresión posparto, problemas de apego al hijo, problemas de sexualidad en la pareja…
¿Por qué esta noción de coerción se ha vuelto tan sensible en obstetricia? En teoría, podría afectar a cualquier departamento del hospital…
La gran diferencia es que durante un parto hay que tener en cuenta la salud de la madre, pero también la del bebé. A lo largo del parto, un cuidador siempre tiene en cuenta que una mala decisión por su parte puede repercutir negativamente en la salud del niño… Por eso, en ocasiones presionamos, en determinadas situaciones, para que utilice una ventosa o un fórceps, con el fin de reducir los riesgos para el bebé.